El camino hacia el desarrollo economico en la era de la globalización

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En los últimos años se ha presentado un descrédito hacia ciertas formas de pensar e interpretar el mundo; al parecer la derrota de la Unión Soviética al término de la Guerra Fría no sólo fue en el terreno militar y económico ya que al mismo tiempo lo fue en el terreno ideológico, por que implicó también la victoria del pensamiento liberal-democrático, el liberalismo, en todas sus acepciones. Esto condujo al descrédito de interpretaciones de la realidad como el marxismo y sus derivaciones teóricas y epistemológicas como el imperialismo.

Pensar al mundo en los términos que plantea la teoría del imperialismo parece ser, ante los tendencias actuales hacia la integración y el surgimiento de oportunidades para el desarrollo de los países del Tercer Mundo, una verdadera equivocación. Las relaciones de explotación, la subordinación, la descapitalización sufrida por parte de los países de la periferia e impuesta por el centro desarrollado e industrial, quisieran verse como algo lejano, si es que existieron, y en los tiempos actuales improbables.

Lo interesante de este debate es que no se queda sólo en el campo de los discursos; este debate por necesidad se traduce en políticas , en acciones y actitudes por parte de los Estados miembros de la sociedad internacional. Así, por ejemplo el discurso del desarrollo se ha modificado radicalmente. Si durante los años setenta se pensaba que las estructura de las relaciones económicas internacionales estaban predispuestas en contra de los países de la periferia que buscaban trascender de este grado de desarrollo y que esta misma estructura del sistema económico internacional, mas que las condiciones internas de estos países , era identificada como el principal factor del subdesarrollo.

Se pensaba en ese entonces que las leyes de la economía neoclásica no eran aplicadas equitativamente para los países miembros de la periferia. También los debates sobre política comercial se enfocaban más en el acceso preferencial a los productos de exportación de los países subdesarrollados y en el proteccionismo de los mercados internos que en la promoción de las exportaciones. No había tampoco una crítica feroz hacia la intervención estatal en la economía sino que por el contrario se le atribuía una función esencial y determinante dentro de la dirección de la economía hacia el desarrollo. Ahora por el contrario se ha extendido la idea de que la estructura del sistema económico internacional no ofrece más que oportunidades irrepetibles para el desarrollo, oportunidades que pueden ser desaprovechadas como consecuencia de la ausencia de ciertas condiciones internas que impidan beneficiarse de estas.

Este nuevo discurso, orquestado desde los centros del poder internacional, plantea pues que el principal obstáculo para el desarrollo debe ser buscado no tanto en la estructura del sistema económico internacional, sino hacia el interior de los países de la periferia.

Las causas del subdesarrollo no es tanto la estructura del sistema internacional sino, por ejemplo, décadas de torpe intervención gubernamental en la economía. Al parecer la violación a las leyes universales del liberalismo económico no han traído otra cosa más que el atraso económico de los pueblos.

Este conjunto de ideas han derivado a su vez en una serie de políticas económicas que inciden directamente en el proceso y organización de la producción al interior del país. El cambio principal ha sido la reducción y la transformación de la intervención económica del Estado (al menos en los países de la periferia, no tanto en los centros desarrollados); esta medida ha venida acompañada por la disciplina fiscal, ajuste del gasto público a nuevas prioridades, liberalización financiera, ajustes en el tipo de cambio, privatizaciones, etc. Se considera tajantemente que estas medidas son el camino correcto hacia el desarrollo.

Se han también olvidado las políticas de sustitución de importaciones y crecimiento hacia l interior basado principalmente en el mercado interno y en un lugar se presentan políticas tendientes hacia la promoción de las exportaciones, que no necesariamente implican la venta de productos manufacturados.

Al mismo tiempo se han adoptado políticas de liberalización comercial acompañadas con la flexibilidad en el tipo de cambio y la eliminación de barreras comerciales a los productos de importación, abriéndose con ello las economías nacionales al mercado internacional.

El triunfo de este nuevo discurso, obedece a diferentes factores internacionales, como señala Bierkster, entre los posibles están: que los países de la periferia reconocieron la incapacidad de las antiguas formas y concepciones para superar su condición subdesarrollada,; que han sido impuestos por los organismos internacionales; el éxito económico que tuvieron las economías del sudeste asiático gracias al modelo económico orientado hacia la exportación ; y el límite al que se enfrentaron los modelos anteriores de acumulación junto con el colapso del socialismo y las economías centralmente planificadas como alternativas para el desarrollo.

Pero más aún estas nuevas políticas responden a un modo totalmente distinto de pensar la realidad internacional. Este nueva forma oculta tajantemente 500 años de historia del sistema económico internacional, que nos muestra la forma inequitativa en la que opera el sistema económico internacional.

Lo que ha venido sucediendo luego de la aplicación de las nuevas políticas en los países de la periferia ha sido un aumento en los niveles de pobreza como consecuencia de los nuevos esquemas de desarrollo.

Las reformas estructurales sólo han servido al parecer como instrumentos antirecesivos no tanto para los países de la periferia como para los del centro desarrollado. La apertura comercial, en el caso de México por ejemplo, ha implicado la desaparición de la planta productiva nacional o la incorporación de esta a las grandes compañías multinacionales sin que esto haya implicado mejores condiciones de vida para los mexicanos.

Tal vez el nuevo pensamiento tendría cabida si los fundamentos del sistema económico internacional hubiesen cambiado, si nos enfrentáramos a condiciones totalmente distintas, pero en esencia estas se han mantenido prácticamente invariables.

Las relaciones desigualitarias en el seno de este sistema se mantienen, aún a pesar de la existencia de organizaciones internacionales como la OMC que buscarían eliminarlas. Pero que en realidad asemejan que lo que buscan es mantener la estructura económica predominante junto con sus desigualdades inherentes, como por ejemplo con lo Acuerdos sobre protección a la propiedad intelectual, que garantizan el monopolio de los países desarrollados obre las nuevas tecnologías y los adelantos en el campo de la ciencia.

Nada más basta ver a realidad internacional para confirmar esto. Las integraciones económica, al menos en el caso del TLC, asemejan más un nuevo proceso de colonización en el que los vecinos del norte adquieren la capacidad de explotación y usufructo de los recursos del país que una verdadera integración económica que parta de condiciones de igualdad. se nos incorpora a procesos definidos en el centro capitalista que responden a otros intereses, ajenos, a los que determina la nación.

El TLCAN no facilita las exportaciones mexicanas como se ha querido pensar. El 40% de los volúmenes manejados constituyen comercio intraempresarial, más de la mitad de las exportaciones norteamericanas que entran al mercado mexicano consisten en transferencias entre una y otra filial de las corporaciones estadounidenses para maximizar los beneficios derivados de los bajos salarios predominantes en el país y de una reglamentación medioambiental mucho más laxa.

Al mismo tiempo las empresas transnacionales han venido aumentando cada vez más su poderío económico, gracias en parte a la nueva forma de ver la realidad internacional. Desde 1982 hasta 1992 las doscientas empresas más grandes reforzaron su participación en el producto Interno Bruto Global pasando de un 24.6% a un 26.%, duplicando los ingresos combinados. Al mismo tiempo dentro de estas empresas las 500 más importantes lejos de crear nuevas fuentes de trabajo prescindieron de más de 400,000 trabajadores al año durante la década pasada.

Al mismo tiempo las inversiones y el comercio no se distribuyen equitativamente a lo largo del mundo, a pesar de que se obedecen los dictados del Fondo Monetario Internacional. Las cifras son elocuentes, para 1992, el 54.6% de las exportaciones comerciales internacionales provenían de alguno de los miembros de la triada integrada por Europa, Japón y los EE.UU. Los flujos de inversión observan al mismo tiempo un comportamiento similar: el 67.3% de los flujos totales de inversión tenían como destinatario a eso mismos países.

El resto de la inversión, destinada a los países subdesarrollados, es en su mayor parte la reinversión de las ganancias que las empresas transnacionales obtuvieron en su operación en las naciones subdesarrolladas.

Por otro lado el recorte en el gasto público se ha traducido en la reducción de la demanda efectiva al interior de estos países, generándose recesiones que se ven como un mal menor en comparación de las altas tasas de inflación al las que hacen frente.

La apertura comercial por parte de estas naciones también ha contribuido a que su planta productiva enfrente una terrible competencia como jamás antes la habían padecido, trayendo esto como consecuencia su desaparición. Solo las compañías que se fusionan con las empresas extranjeras o que son absorbidas por estas tienen posibilidades de sobrevivir.

Las privatizaciones de las empresas paraestatales tampoco han venido a resolver los problemas fiscales de los Estados. A pesar de que, por ejemplo en el caso de México, el gasto público se ha ido reduciendo ante la continua desincorporación de las empresas paraestatales, estos recursos no se han destinado a el gasto social o no han significado una reducción en le pago de los impuestos de los contribuyentes. Al parecer los recursos liberados y obtenidos por la venta de las empresas paraestatales han servido más para solventar los cargos que trae consigo el pago de los intereses de la deuda externa

También se conservan ciertas posturas que reflejan sólo el interés de las grandes potencias y que no toman en cuenta ni respetan los principios básicos del derecho internacional, como la Ley Helms-Burton. El empleo de la fuerza y la coerción se mantiene aún como mecanismo de conversión para los países que no aceptan los dictados de las potencias centrales, para aquellos que no se incorporan y adecúan al sistema internacional, a los cánones establecidos por los poderosos.

Es de esta manera y no otra como han venido operando las nuevas políticas para el desarrollo. La nueva alternativa, hasta ahora, no ha sido capaz aún de mostrar resultados concretos benéficos. Por el contrario el resultado ha sido la depauperización de los habitantes de los países en que se aplican tales políticas de ajuste, tal nuevo esquema de desarrollo. Lo que se alcanza a percibir luego de la aplicación de estas políticas liberales es la brutal concentración de la riqueza en unas cuantas manos. Por regla general, en el caso de América Latina, en los últimos 20 años (curiosamente los mismos años durante los cuales el nuevo proyecto de desarrollo se impuso) se ha presentado el fenómeno de que el 10% de la población más rica concentra desde el 40% del PIB, mientras que el décil más pobre sobrevive con un 1.3% del PIB:

Quizás el error este en pensar al modelo en función del desarrollo de los pueblos, ya que su función sea la de simplemente garantizar la reproducción del capital y el sostenimiento del sistema capitalista al costo que esto conlleve. En este caso podríamos decir que ha resultado ser parcialmente concreto. Ha garantizado temporalmente que las ganancias para las empresas más grandes no sigan disminuyendo, pero a la vez ha engendrado profundas contradicciones al interior de la sociedad.

Y es que este modelo es básicamente excluyente. ; las mayorías excluidas (ya sean los obreros, los campesinos - la rebelión zapatista iría en este sentido- e incluso la burguesía nacional desplazada) comenzarán a presionar en contra de la permanencia de este modelo. El descontento producido podría ser de tal magnitud que sería capaz de cuestionar la permanencia de este modelo.

El discurso liberal-democrático, en el cual encaja perfectamente la opinión del intelectual citado en la hoja del examen, no ofrece, ante los hechos someramente señalados arriba una alternativa real para el desarrollo y el bienestar de los pueblos del mundo.... al menos hasta ahora. El problema se agrava cuando pareciera ser que es el único camino posible hacia el desarrollo.

Y pareciera ser que este es el único esquema posible de desarrollo ante el continúo descrédito al que quieren someter a los discurso alternativos. Se anulan posibilidades distintas de desarrollo para los pueblos mediante el franco rechazo a priori e injustificado o ocultado información respecto a proyectos exitosos de desarrollo económico por parte de los países de la periferia.

La tarea de realizar una crítica a este discurso se complica mucho más cuando está respaldado por los centros del poder internacional y cuando es adoptado siegamente, cual religión, por las élites de los países de la periferia. Se forma una comunidad en torno a este nuevo discurso que lo defiende a toda costa por que van de por medio sus intereses.

BIBLIOGRAFIA

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Chomski Noam, El nuevo orden mundial y el viejo, trad. Carmen Castells, España , Crítica, 1996

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