Sí. Carlos Salinas de Gortari asesino. No, no me refiero al caso de los 300 miembros del Partido de la Revolución Democrática asesinados durante su sexenio; tampoco se trata de las víctimas de su política económica (¡60 millones de personas en México sobreviven con menos de 2 dólares diarios! Los datos son del Banco Mundial.)
Ni mucho menos trataré el peligroso caso del asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario Institucional (que ha conservado el control del poder ejecutivo federal durante 71 años de manera ininterrumpida)
No de nada de eso se hablará aquí. El tema de este artículo es un pequeño incidente ocurrido durante la infancia de Carlos Salinas de Gortari.
El 17 de diciembre de 1951 sucedió una tragedia en la casa de la familia Salinas de Gortari. Una sirvienta que laboraba ahí fue muerta de un certero disparo hecho con un rifle.
¿Los culpables? los hermanitos Raúl y Carlos que jugaban con un rifle que "accidentalmente" se disparó matando a la muchacha. La chica tuvo la mala fortuna de atravesarse en el camino de la bala.
La crónica de este hecho es recopilada en el periódico LA PRENSA del 18 de diciembre de 1951, pueden ir a la hemeroteca nacional a consultar el diario y confirmar por ustedes mismos el hecho.
Carlos Salinas, su hermano Raúl y su amigo Gustavo Zapata Rodríguez jugaban con la escopeta de su padre, Raúl Salinas Lozano, y provocaron un accidente: los niños pusieron a la sirvienta en una pared para fusilarla y Carlos Salinas le disparó. "¡Yo la maté, soy un héroe!", gritó varias veces Carlos Salinas.
Los niños fueron llevados al tribunal para menores para ser examinados. Ahí el juez Gilberto Bolaños Cacho recomendó un tratamiento siquiátrico para el niño Carlos Salinas, con el fin de evitar que la tragedia se convirtiera en un trauma incontrolable. El padre de Carlos, entonces alto funcionario de la Secretaría de Economía y después secretario de Comercio en el gabinete de López Mateos, usó su influencia para sacar a los niños del tribunal y se olvidó del tratamiento.
Hay otra historia aterradora alrededor de este incidente: en 1988 en plena efervesencia por la campaña electoral para la presidencia de la República entre Carlos Salinas, Manuel Clouthier y Cuahutémoc Cárdenas salió a la venta un librito llamado "Un asesino en la presidencia".
Este librito explotaba al máximo el incidente de la sirvienta para tratar de desprestigiar (¿más? ¿sería posible?) a Salinas. Se rumoraba que detrás de este ataque -y muchos otros más- estaba Joaquín Hernández Galicia (a.k.a. La QUINA) el líder del sindicato más poderoso del país: el petrolero.
Hernández Galicia estuvo siempre en contra de la candidatura de Salinas por el PRI, y actuó en consecuencia. Incluso apoyó a Cuahutémoc Cárdenas.
Cuando Salinas ganó las elecciones (a partir de un gigantesco fraude) inmediatamente se las cobró a Hernández Galicia, lo acusó de asesinato y posesión de armas para uso exclusivo del ejercito.
El ejército fue en busca de Hernández Galicia para cumplir la orden de aprehensión, tanto era su poder en Tampico Madero. Durante el operativo se sembraron las armas y al muerto para poder acusar a la Quina. Se dice que el muerto, un agente del Ministerio Público (un detective policiaco), había fallecido días antes en otro operativo pero fue utilizado para poder acusar a la Quina´y meterlo a la cárcel (donde aún está).
El autor del librito vivió también una pesadilla a lo largo del sexenio.
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