Las lecciones del mito bolchevique, por Alexander Berkman.

Fragmento del libro El mito bolchevique.

Alexander Berkman fue un anarquista que nació en Rusia pero vivía en Estados Unidos de América. En el año 1919 fue deportado de regreso a Rusia tras participar en un intento de asesinato y ser involucrado en un fallido atentado terrorista con dinamita.

Alexander Berkman llegó a Rusia en plena efervescencia revolucionaria con la ilusión de que una nueva sociedad se estaba creando. Poco a poco descubrió que sólo era un ilusión...

Durante 3 años fue testigo de la realidad. Él mismo lo señala:

"Vi a los bolcheviques reflejar la revolución como un grotesco monstruoso; vi la trágica necesidad revolucionaria institucionalizada en el terror irresponsable, la sangre de miles derramada sin razón ni medida. Vi la lucha de clases, terminada hacía tiempo, convertirse en una guerra de venganza y exterminio. Vi los ideales de ayer traicionados, el significado de la revolución pervertido, su esencia caricaturizada en la reacción. Vi a los trabajadores sometidos, a todo el país silenciado por la dictadura del Partido y su brutalidad organizada. Vi pueblos enteros asolados por la artillería bolchevique. Vi las cárceles llenas, no de contrarrevolucionarios, sino de obreros y campesinos, de intelectuales proletarios, de mujeres y niños hambrientos. Vi a los elementos revolucionarios perseguidos, el espíritu de Octubre crucificado en el monte Gólgota del omnipotente Estado comunista. (...) En realidad los bolcheviques quieren hacer retroceder al mundo a la Edad Oscura y a la Inquisición"

Son lecciones aún vigentes.

Desilusionado, Alexander Berkman abandonó Rusia y vivió en Berlín, Alemania, y luego en Niza, Francia, donde murió.

En Rusia el régimen autoritario y anti democrático permaneció operando hasta el año 1991. En el año 1991 los rusos y los habitantes de la Unión Soviética disfrutaron por unos instantes los beneficios de la libertad, la legalidad y la democracia... Tristemente para algunos países ex-integrantes de la Unión Soviética la libertad, la legalidad y la democracia fueron algo efímero en sus vidas.